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La mejora de la salud pública gracias a la evolución histórica del alcantarillado y el saneamiento

El urbanismo es una parte indispensable de las ciudades, históricamente la evolución ha sido muy distinta según los imperios, las tendencias culturales y las zonas geográficas. El alcantarillado y todos los sistemas de evacuación y saneamiento que lo complementan fueron un salto cualitativo en la mejora de la salud para los ciudadanos que habitaban esas ciudades. El primer sistema de abastecimiento de agua a una ciudad está en el actual Pakistán, en la ciudad Mohenjo-Daro. Además de contar con la infraestructura para llevar a espacios comunes el agua, esta ciudad asiática, que tuvo su esplendor entre el 2600 y el 1800 a. C., también contaba con baños públicos que tenían agua caliente y fría. Si bien ese lugar fue el primero del que se tiene constancia, la consolidación de los sistemas públicos de salubridad no comenzaron a extenderse y consolidarse como parte básica del urbanismo hasta las ciudades – estado griegas y el Imperio Romano.

En España no fue hasta la conquista de Hispania por Roma cuando se instauraron las principales infraestructuras: calzadas, foros, edificios administrativos, faros y, por supuesto, un complejo sistema de evacuación, saneamiento y abastecimiento. El prototipo de ciudades que planificaban los romanos estaba inspirado en la propia metrópoli, Roma, y parte imprescindible de su urbanismo radicaba en los baños públicos para el aseo. Para que estos pudieran funcionar con normalidad se realizaron puentes, acueductos, alcantarillados etc. De esta forma se dio un salto cualitativo en la salubridad de los ciudadanos (que no de los esclavos, que por supuesto no contaban con derecho alguno) y, por ello, hubo un gran aumento de la esperanza de vida.

Una alcantarilla en una antigua calzada romana

Después del periodo clásico grecolatino lo que hoy es España volvió a dividirse en varios reinos germánicos y, en el sur, los que provenían del Magreb y Arabia. Durante esta era medieval, e incluso ya entrada la edad moderna, a partir de 1473 con la caída de Constantinopla, Al- Ándalus en sus diferentes formatos (Califato, Taifas, Emirato y Reino) fue quien protagonizó los avances en el aseo y la salud. A diferencia de los reinos cristianos del norte de la Península Ibérica, los gobernantes de Al- Ándalus tenían acceso a la ruta de la seda, lo que permitía acceder a algo tan básico en la actualidad como son el jabón y los perfumes. También trajeron a la península nuevas formas de cuidado personal y aseo como las saunas, baños turcos etc., así como mejoraron y perfeccionaron el sistema de alcantarillado de las ciudades.

La Alhambra de Granada, el gran símbolo del reino andalusí medieval

Tras la Reconquista y la llegada de la dinastía de los Austrias hubo una vuelta atrás en las costumbres sanitarias y, prácticamente hasta la llegada de los borbones no se dio el siguiente salto cualitativo. Hasta la actualidad, al margen de progresivas mejoras en la tecnología y los materiales, Carlos III fue, como rey ilustrado, el que condujo a la capital y al resto de poblaciones a un nuevo concepto de ciudad en lo que a sanidad y salubridad se refiere: se echó a los animales de las calles, limitando su presencia a establos y zonas habilitados. Este cambio en la convivencia fue clave para continuar el aumento de la esperanzada de vida. También invirtió en grandes obras de ingeniería civil que modernizaron todas las infraestructuras estatales, ya que llevaban sin actualizar siglos.

Ya en el siglo XIX se realizaron en España los grandes proyectos de evacuación y saneamiento de las ciudades para acabar definitivamente con la presencia de heces y demás suciedad en las calles, así como para controlar las inundaciones y garantizar el acceso a un aseo mínimo a la mayoría de su población.

Hoy en día en España y la mayor parte del mundo occidental tenemos grandes y complejas infraestructuras que permiten un aseo adecuado y facilidades básicas como acceso a agua potable. De hecho, en los países del primer mundo ya no se anhela la construcción de redes de evacuación y alcantarillado, porque se dan por supuestas, la búsqueda va dirigida al perfeccionamiento de la edificación (con nuevas tecnologías, técnicas etc.) y que los materiales, ensamblajes y demás parte del proceso sea lo más ecológico y sostenible posible.

La búsqueda de la descarbonización y una sociedad y sector constructivo ecofriendly es una gran meta, pero de vez en cuando no está de más reflexionar sobre la suerte de tener una gran calidad y esperanza de vida gracias, en gran parte, a nuestros sistemas de saneamiento. De hecho, según cifras de la OMS en 2020:

  • Solo el 54% de la población mundial (4200 millones de personas) utilizaba un servicio de saneamiento gestionado de forma segura.
  • Más de 1700 millones de personas siguen sin tener acceso a servicios básicos de saneamiento, como inodoros o letrinas privados.
  • De ellas, 494 millones todavía defecan al aire libre, por ejemplo: en alcantarillas, detrás de arbustos o en masas abiertas de agua.
  • El 45% de las aguas residuales domésticas generadas en el mundo se vertieron sin aplicar un tratamiento seguro.
  • Se estima que al menos el 10% de la población mundial consume alimentos regados con aguas residuales.

Un saneamiento deficiente reduce el bienestar humano y el desarrollo social y económico a causa de la ansiedad, el riesgo de padecer agresiones sexuales, la pérdida de oportunidades educativas y laborales, y otras consecuencias. Estos datos son impactantes y deben hacer reflexionar a todos los ámbitos de la sociedad sobre la calidad de la situación donde residimos, las necesidades de otros pueblos y regiones y lo vital que es conocer la historia de algo tan básico como una red de alcantarillado.